El Artista en busca de la Totalidad
Cuando la semilla de mi padre fecundo el ovulo de mi madre, nació un nuevo organismo. Inicialmente una Célula Madre; un ser vivo, sagrado, conformado por átomos tan antiguos como el Universo mismo y con toda la información genética necesaria para hacer de mí el que soy. Esta primera Célula se reprodujo, multiplicándose y creando nuevas células en un proceso mágico alquímico llamado mitosis. mitosis.
Y así las cosas un pequeño ser empieza a crecer, y lo hará durante nueve lunas.
Y su consciencia empieza a despertar poco a poco desde el vientre de su madre, inicialmente cómo “consciencia oceánica”: una en la que no hay dualidad, este ser es uno con su madre, uno con el Todo. El cuerpo del niño todavía es parte del cuerpo de su madre casi como un órgano mas, un órgano en crecimiento.
Y a los nueve meses, el cuerpo de la madre esta obligado a expulsar a este nuevo ser. Y, por primera vez el bebe esta separado fisicamente de la madre. Y, aun cuando esta experiencia es traumática, inicialmente el contacto de piel con piel entre madre e hijo así como el permanente cuidado de la madre, logran que el bebe todavía no se dé cuenta de la division.
El niño todavía no es consciente de que su cuerpo está separado del cuerpo de su madre y del resto del Universo, (o en verdad lo esta?). Quizás todavía su experiencia sigue siendo de unidad con el Todo.
Y el recién nacido va perfeccionando el tacto, el gusto, el olfato, la vista y la audición. Y descubre colores maravillosos de los que se enamora y canciones que lo invitan a moverse en ritmo. Y así, poco a poco va descubriendo una identidad propia, diferente de las cosas y las personas que lo rodean: lo que observa, lo que toca, lo que escucha; colores, luz, música, voces, papa, mama. Todo lo que se mueve frente a sus ojos esta afuera.
Y así vamos afinando el movimiento, y aprendemos a desplazarnos, a caminar, a correr, a bailar a cantar. Vamos perfeccionando el lenguaje. Y es justamente el lenguaje hablado, el idioma, el que se encarga de dejarnos muy claro que estamos separados. Que somos individuos aparte: “tú eres Pedro y yo soy mama”.
Y terminamos por internalizar que estamos separados de nuestros padres, de las demás personas y del mundo en general. Somos yo y El Universo. Perdemos la conciencia de que en realidad somos polvo de estrellas: Uno con el Cosmos.
En esa nueva individualidad descubrimos, placeres, tristezas, soledades, libertades, y la capacidad de expresarnos, la creatividad: juegos, dibujo, poesía, canto, danza; una expresión propia. Y es justamente gracias a esta falsa sensación de separación que florece nuestra capacidad única de expresión individual. Y quizás a través del Arte, y/o de procesos creativos profundos, descubrimos que es posible recrear o reingresar en la “experiencia oceánica”, la unidad con el Universo, la no Dualidad. Entonces algunos artistas emprenden una búsqueda, de regreso hacia la Unidad, moviéndose en esa fina linea que existe entre la individualidad y la conexión con el Todo. Y quizás el Arte se convierte en un proceso de autoconocimiento, un camino de regreso al centro de nosotros mismos. Un medio para vibrar como un instrumento bien afinado y ser parte de la pieza musical que compone la Totalidad.